Dios nos invita a una relación con Él que es a la vez personal y comunitaria. Él nos habla a través de su Hijo, Jesucristo, la Palabra hecha carne. La oración es nuestra respuesta a Dios que ya nos está hablando o, mejor aún, revelándose a nosotros. Por lo tanto, la oración no es un mero intercambio de palabras, sino que involucra a toda la persona en una relación con Dios Padre, a través del Hijo y en el Espíritu Santo. Fuente: USCCB